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Viaje a la Alcarria Mágica


Bueno compañeros lectores, ya tenemos el resumen del "campo" alcarreño, por lo tanto, echamos gasolina al coche, nos ponemos vestimenta cómoda, cogemos la cámara fotográfica de bolsillo y ... ¡aaal campo!.

¡Uff, cuantas curvas! -exclamaremos-, mientras cambiamos a velocidades cortas del vehículo y ascendemos hasta el alto páramo; una vez en él, hacemos una parada y disparamos una foto al campo de cereal, procurando que el montón de piedras quede a un lado de la composición para romper algo la monotonía de la misma, reanudamos la marcha hasta encontrarnos con uno de los valles; ¡Qué bonito! -volvemos a exclamar- mientras nos apeamos y comenzamos un breve y cómodo recorrido por un camino del borde de la depresión.

Durante el desplazamiento, esquivamos unas cuantas piedras y le damos patadas a otras más pequeñas para arrojarlas ladera abajo; más adelante, volvemos a hacer uso de nuestra cámara de fotos y grabamos en ella un pequeño caracol de un manantial de agua, una planta peluda con algunas flores raras, otra que no tiene flores pero las hojas son de colores vivos y una especie de cardillo porque tenían como pequeñas semillas que se nos pegaron a los calcetines. Finalmente, hicimos la última parada en el camino con foto al valle, inspiramos profundamente un par de veces mientras sentenciamos: ¡Aire puro!, y ahora... a comer al pueblo más próximo.

Ya en el pueblo, aprovechamos para completar el reportaje gráfico "disparando" nuestra cámara a una "casa vieja", no puede faltar la majestuosa iglesia recién restaurada y, como toque humano, al abuelete sentado mientras hurga en sus recuerdos. A continuación, vendrá el emocionante momento de paladear el sabroso cordero hecho al horno de leña, cuya digestión se llevará a cabo durante el viaje de vuelta a casa, no sin comprar antes un pequeño recuerdo consistente en un cantarillo, envuelto en celofán con la etiqueta de "Miel de La Alcarria".

Días después, hacemos imprimir las fotografías y nos las sirven en un atractivo álbum. Álbum y cantarillo de miel quedarán muy decorativos en la estantería del salón.

Pero... -y alguien se preguntará-, ¿dónde ha ido a parar la MAGIA de todo esto?. Cuando adjetivamos algo como mágico, usualmente queremos indicar ser capaz o tener habilidad de presentar algo imprevisto, curioso, admirable, extraño y, la mayor de las veces, sorprendente. Particularmente, opino que cualquier persona se halla capacitada para "descubrir la magia" de otro ser humano, de un tema sensitivo intangible (arte, música, paisaje) o tangible (cámara fotográfica, planta, animal, piedra). Las condiciones para ejercitar la magia, esencialmente, son dos: la especialización o CONOCIMIENTO y la OBSERVACIÓN en "ciclo cerrado", es decir, que una de ellas lleve a la otra.

Aparentemente, la "más natural" es la observación pero en la dinámica sociedad actual nos empuja más a "ver" que a "observar" un hecho (en otro sentido, a "oír" más que a "escuchar"); por otra parte, el conocimiento se ve facilitado por los actuales avances en las tecnologías de la comunicación. En éste momento, solamente nos quedará el introducir las palabra-clave para inicial el ciclo "observación-conocimiento" y son los pronombres interrogativos tales como: ¿DONDE?
, ¿CUANDO?, ¿COMO?, ¿PORQUÉ?, ...; pulsamos ENTER y a partir de ese momento, no volveremos a resumir nuestra visita al Foro Romano, de aquel viaje a Italia como "...una aburrida visión del montón de piedras partidas y desperdigadas por el suelo...".

Para finalizar, haremos un pequeño ejercicio práctico en base a las premisas citadas anteriormente. Para ello, realizamos un nuevo viaje a La Alcarria, el mismo recorrido que el anterior, los mismos aparejos más una pequeña lupa que enganchamos al llavero y con el álbum de fotos bajo el brazo.


1.- En el campo de cereal, nos desplazamos hasta el "montón de piedras" y descubrimos una curiosa
cabaña de piedra que nos recuerda a las construcciones megalíticas hechas por el ser humano de hace tropecientos mil años.

2.- Nos agachamos ante una de las piedras que hacíamos rodar ladera abajo y nos intriga
una serie de marcas horizontales "como de arena y gravilla" del fondo de un río de millones de años, a doscientos metros por encima del cauce actual más próximo.

3.- Al lado de la pequeña charca de agua donde fotografiamos al caracol, nos topamos con otros extrañamente
similares pero fosilizados e incrustados en la roca.

4.- En la planta peluda, acompañan a las flores unos frutos que parecen cacahuetes pero con una sorprendente
distribución de las semillas en su interior.

5.- En la planta de colores vivos, utilizamos nuestra lupa-llavero y, de repente, nos encontramos con una extraña
y delicada araña, mimetizada con los colores de la planta.

6.- Echamos una ojeada a nuestros calcetines, cogemos uno de las "semillas" adheridas a ellos, le anteponemos la lupa y admiramos
la perfección en el diseño de los garfios que poseen.

7.- Las laderas de enfrente, en el profundo valle, están surcadas por estratos paralelos de diferentes tonos y curiosament
e idénticos a la ladera en la que nos encontramos.

8.- Pedimos permiso para entrar a la dueña de la vieja casa del pueblo, dentro de ella hallamos una pléyade de admirables
objetos, utilizados en la vida rural cotidiana desde hace cientos de años.

9.- Quedamos extrañados
al encontrar unos signos labrados en la piedra y varias herraduras insertadas entre las grietas del muro de la iglesia.

10.- Entablamos conversación con el sentado abuelete y nos sorprende
con una historia que habla de "cabañuelas" y predicción del tiempo por observación de la naturaleza.

Por supuesto que al final del decálogo nos pedimos una de cordero asado y un sabroso postre de la región  recubierto de miel.

Las respuestas que entrañan los ¿DONDE?
, ¿CUANDO?, ¿COMO? y ¿PORQUÉ? de cada una de las observaciones vendrán por añadidura y de manera más fácil preguntando a la gente,  o consultando bibliografía por medios tradicionales o digitales, entre los que se encuentra -como no- la web fotOAlcarria.com.

 
 
 
 
 
 

 
 
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